¿Cuántas veces nos ha costado decir que no? ¿Cuántas otras nos hemos perdido en el otro? ¿Acaso el sentimiento de culpa invade? ¿O es que no tenemos claro los no negociables?

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En esta vida emprendiendo, algo relativamente nuevo pero muy intenso en los últimos 2 años y medio, he aprendido mucho.

Aunque recapitulando un poco, me doy cuenta que al mudarme de país con este proyecto, me volvió a suceder lo mismo. Me perdí en los otros.

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¿Y cómo pudo ser posible si ya lo había vivido? Hace unos días se me hizo muy claro. Cuando no tengo una estructura clara, me es muy difícil marcar el límite. Tener claro hasta dónde puede llegar el otro, sin invadir mi espacio individual. ¿Cómo podemos decir que no, si hay tiempo y espacio para decir que sí?

Ya me había sucedido cuando comencé mi vida en Barcelona, iniciaba este camino de emprender, de ser independiente, sin una estructura clara. Me costaba a veces decir no a ciertos planes sociales ya que no tenía claro mis objetivos, ni mi rutina.

Pero estaba tan decidida que TEMPLA tenía que funcionar, que esa determinación fue la que marcaba ciertos límites protegiendo mi sueño. Y tanta dedicación me ha ayudado a trabajar en él para lograrlo.

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Dos años después, al irme de España, perdí nuevamente la estructura. Estuve unos meses viajando con mi novio por Europa y Argentina, hasta que llegamos a nuestro nuevo destino: México.

Al instalarnos ya conocíamos algunas personas aquí. Y yo comencé muy decidida a que TEMPLA vaya bien aquí también.

La realidad, es que me costó un poquito más marcar los límites sin una estructura que los impone. Cuando uno tiene un trabajo, deporte o estudios con horarios, el límite está más claro.

En cambio, cuando eres independiente esto se hace más difícil al principio: aún no tienes los horarios claros, ni tanto trabajo como para centrarte en él. Y también sucede que las personas alrededor piensan que como trabajas independiente y con horarios flexibles estás 100% disponible para ellos. Todo un aprendizaje cuando hay que decir que no a quienes más queremos y a planes que nos divierten, en pos de cumplir nuestro sueño nuevamente.

Muchas veces puede pasar que por culpa o confusión, dejamos que el resto pase los límites, cuando deberíamos trabajar en aquello que nos genera valor personal, disfrute, felicidad y orgullo.

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Una vez que volví a tener claro lo que hago, la nueva rutina, los horarios de talleres y todo el trabajo previo, me fue más fácil volver a tomar las riendas de mi vida.

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Hasta que hoy algo externo invita a romper la estructura nuevamente.

No sé a ustedes cómo les ha pegado el Eclipse de hace unas semanas, pero por aquí nos ha sacudido.

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Aunque como todo cambio, genera caos e inestabilidad. Lo que sí tengo seguro en este contexto de cambios inevitables, es elegir mis tiempos.

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Me di cuenta que lo que me ponía tensa y nerviosa dentro del caos era el no poder decidir algunas cosas de mi vida.

Fue ahí que puse un freno, paré a pensar qué me genera valor y seguridad - fijé mis límites y recordé mis metas - Porque siento que siempre, dentro de las posibilidades que tenemos en la vida, podemos elegir ciertos caminos.

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Y así todo se acomodó, encontrando estabilidad en el ruido de la transformación.

Va a ser un movimiento nuevamente, pero al menos teniendo en claro cuáles son mis no negociables, qué cosas me hacen bien y aportan valor a mi vida.

De esta manera, es mas fácil determinar en qué nos flexibilizamos y en qué no.

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En pocos días les contaré lo que se viene, que me pone muy contenta, pero que aún necesito unos meses estables y agradezco haber hecho esta pausa para reflexionar lo que necesito en momentos de caos.

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Te invito a hacer esas pausas vitales, a pensar lo que a ti te aporta, te hace bien, te alegra. Y ponerlo a tu servicio, marcar las fronteras que no pueden pasarse, para así no disolverlo.

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